Ante la avalancha de avances, hasta hace nada impensables, que hemos experimentado en los últimos meses en el campo de la inteligencia artificial, es más que comprensible que mucha gente empiece a preocuparse por el potencial destructivo que esta tecnología pueda alcanzar en un futuro cercano. Y no hace falta que pensemos en topicazos de ciencia ficción como Skynet o las máquinas de Matrix para justificar esa preocupación.
De hecho, no hace falta ni siquiera desconfiar de la tecnología para ello. La prueba de eso está en que el propio Sam Altman, CEO (y fundador, justo a Elon Musk) de OpenAI, la empresa desarrolladora de DALL-E 2 y ChatGPT, también se ha mostrado preocupado en estos días en Twitter.
El pasado domingo, de hecho, publicó un breve hilo en dicha red social en el que reflexionaba sobre cómo se adaptará la sociedad a la evolución de la IA a corto/medio plazo. La compara explícitamente con la transición al mundo post-smartphone y afirma que:
"La adaptación a un mundo profundamente integrado con herramientas de IA probablemente ocurrirá con bastante rapidez; los beneficios (¡y la diversión!) son demasiados".
En Xataka
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Entre dichos beneficios, Altman menciona que nos ayudarán a ser más productivos ("¡no puedo esperar para pasar menos tiempo con el correo electrónico!"), más saludables ("asesores médicos de IA para personas que …