Llevaba meses preparándolo y el día había llegado. En las últimas semanas había dado el paso definitivo: no se había lavado los dientes ni el cuerpo, tampoco se había afeitado. Además, el día de su marcha se puso ropa completamente sucia. Horas después su mujer lo deja en la esquina que conducía a la que sería su “casa” los próximos meses: David Rosenhan se dirigía a una clínica psiquiátrica estando totalmente cuerdo, aunque eso es algo que solo lo sabría nuestro hombre dentro de la institución mental.Read more...