Cuerpos sin alma en los que prevalecen las "microdisrupciones" ante las "macrodisrupciones". Bienvenidos a la gama alta de 2017.
Envuelta en sensuales e innovadores diseños, la gama alta de 2017 será reconocida en la historia como la menos ilusionante de los últimos años. Ningún teléfono, de todos los flagships presentados hasta el momento, puede presumir de avanzar de una forma disruptiva respecto a su predecesor. Ni siquiera Samsung y Huawei, los más musculados de la industria —junto con Apple—.
El Galaxy S8 de Samsung es el teléfono que más intenta ilusionarEn el caso particular del Galaxy S8, el progreso nace por tres vías diferentes: Bixby, DeX y el diseño. Las dos primeras son extremadamente cuestionables dado el historial de Samsung en el desarrollo de software; la última, afortunadamente, no lo es. Estéticamente, el diseño del Galaxy S8 es sublime, y se erige como su mayor —y casi única— carta a favor.
Más allá, Samsung ha mejorado sensiblemente aspectos como el sensor fotográfico, el SoC o incluso la pantalla, cuyos primeras puntuaciones ya le cuelgan el cartel de “mejor pantalla del sector”. Pese a ello, son evoluciones continuistas, esperadas y carentes de ilusión.El caso de Huawei es aún más grave. Más allá del renovado y atractivo diseño, la evolución es nula respecto al teléfono que la compañía presentó en Munich hace seis meses (Mate 9). Tan solo el P10 Plus pone algo de progreso sobre la mesa con una pantalla QuadHD y una apertura f/1.8, dos características que, aunque suponen un progreso para …