Steve Jobs fue meticuloso hasta el extremo. Tanto que incluso planeó un regalo que entregar a los asistentes a sus homenajes póstumos. Dejó encomendada la tarea de entregarles a todos un regalo muy especial y que definía a la perfección el estilo de vida con el que se había regido.
No era un producto tecnológico, ni un recuerdo típico con una fotografía, una frase, ni nada similar. Más bien, era un gesto pensado para transmitir un mensaje profundo, una invitación a reflexionar sobre la vida y el propósito personal. Ese detalle silencioso reflejaba cómo quería dejar su legado.
Steve Jobs murió, pero dejó un regalo preparado para sus amigos
Steve Jobs nos dejó en un frío 5 de octubre de 2011, tan solo unas horas después de que Apple presentase el iPhone 4s. Las Apple Store de todo el mundo se vistieron de luto y se crearon improvisados altares con los que rendir homenaje a su figura.
Días después de morir, se celebró un homenaje privado en el que se reunieron grandes figuras de Silicon Valley y otros amigos del cofundador de Apple. Desde artistas como Bono de U2 o Yo-Yo Ma, hasta colegas de profesión como Larry Ellison, CEO de Oracle, o Marc Benioff, fundador y CEO de SalesForce.
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