Spotify tiene una única oportunidad para marcar su territorio. El tiempo se le agota en el sentido que, con sus fríos resultados económicos, parte de su supervivencia se encuentra en su inminente salida a bolsa, de la que todavía no hay fecha cerrada pero, según los analistas, puede debutar con una valoración bursátil de 19.000 millones de euros. Saltará al parqué en la primera semana de abril, según fuentes de Bloomberg. Una situación que, para lograrlo, debe acometer una serie de reformas. Solo «limpiando» y «saneando» su potente plataforma de música en «streaming» podrá garantizarse su futuro.
Su presente, por el momento, es particular. Por un lado, ha logrado convencer a setenta millones de personas que por su indudable potencial vale la pena pagar. A nivel general, la firma acumula más de 160 millones de cuentas registradas a una versión que incorpora inserciones publicitarias para financiarse. El pago por contenidos multimedia, aunque es algo cada vez más habitual, aún se enfrenta a un problema subyacente heredado de una cultura surgida en internet, el «todo gratis». Algo que impide mantener una empresa que no produce contenido por lo que debe, por tanto, pagar por él. Y eso es indudablemente caro.
Dudas del retorno al artista
Los derechos de autor en la industria musical estás que asentado y regulado, pero la incorporación de los miles y miles de catálogos que los usuarios se encuentran a su alcance no caen del cielo. Requiere de acuerdos y alianzas que implican una inversión. Por …