Desde que Facebook, apremiada por el peso de los miles de millones de dólares que invirtió en la adquisición de WhatsApp, comenzó a exigirle a la app de mensajería instantánea que aportase rentabilidad, las cosas parecen estar volviendo a un poso de sentido común que, muy posiblemente, nunca debió haber sido abandonado: las apps de …