*Por Juan Pablo Ortúzar, Vice Presidente de Ventas para América Latina & Caribe de Tripp Lite.
Posiblemente, en unos años más, habrá que cambiar el nombre de Smart City. Será insuficiente para graficar todo lo que involucra el hecho de tener una ciudad inteligente y una tecnología adecuada a esta nueva demanda. Edificios que reducen su consumo energético, autos eléctricos al lado del estacionamiento para bicicletas o un sistema de gestión de residuos. Este último con distintos colores de bolsas y sensores ópticos para que, al momento de botar los restos de comida, nos llegue al celular un aviso que agradece la recepción del kilo de basura que pronto se convertirá en biogas.
En Estocolmo, ciudad inteligente 2019 (distinción otorgada por Smart City World Congress, entre otras entidades), cada paquete de desperdicio viaja bajo tierra, por tubos de alta presión, y llega a un único centro de acopio. Menos espacio y menos camiones de basura. Más dispositivos digitales instalados en la ciudad, capaces de recoger datos que ayuden a implementar políticas de movilidad más eficientes. Nada se escapa, todo se reutiliza. En 2019, la red de calefacción de la capital sueca, pudo calentar 30 mil hogares gracias al calor recuperado desde varias empresas. El objetivo es que, de aquí al 2040, logren crear una ciudad climáticamente positiva. Reduciendo al máximo la huella de carbono.
Todo esto gracias al trabajo de las autoridades, de las comunidades, de las empresas y, por cierto, de las tecnologías de la información y de las comunicaciones. El …