Los milmillonarios, los empleados con generosos paquetes de acciones, los grandes genios fundadores de grandes ideas son como nosotros. Tú y yo somos Silicon Valley.
Hay un problema con Silicon Valley. La serie, digo. Se llama Ley de Poe. “En la ausencia de un guiño o indicación que lo aclare, es difícil o imposible distinguir entre una postura ideológica extrema y la parodia de esa misma postura”.
Mike Judge ya había tanteado esta postura en Office Space e Idiocrazy, así como las dos temporadas anteriores de Silicon Valley. Tendemos a racionalizar que lo que no comprendemos es algo serio. Pero cuando lo vemos con suficiente contexto, y además entendemos las piezas individuales, podemos sacar la parte ridícula de algo que, a posteriori, era evidentemente ridículo. Todo un arte social.
Richard Hendricks sigue actuando de Straight Man. El personaje que tiene que servir a la narrativa para que el resto puedan tener las mejores y más divertidas frases y más momentos. Gilfoyle, Dinesh, Bachman, etc.
Todos Somos Silicon ValleyLa prensa tecnológica, que se introduce de forma más amplia en esta temporada —y esperamos que siga siendo expandida—, las empresas, el ecosistema emprendedor, los empleados, los ciclos de crecimiento y los de contracción. Las ferias, las campañas de publicidad, los usuarios activos, todo.
La serie tiene la enorme capacidad de explicarte algo a medida que hace chistes sobre lo que te acaba de explicar. Explicación, chiste, explicación, chiste. Un ciclo de recompensas que Mike Judge y el resto de los creadores han sabido mantener a un …