Nintendo siempre ha sido y seguramente seguirá siendo, una compañía desarrolladora de videojuegos que suele hacer las cosas como nadie más dentro de la industria, pues desde sus modelos de negocio, hasta en la forma en la que estructuran sus títulos, suelen salirse de cualquier convención o estándar que se dicte dentro del medio. Por tal motivo, tenemos el hecho de que normalmente cuando algún estudio asociado o interno de la Gran N interpreta a un género que no habían tocado antes, se nos presenta una propuesta fresca que viene a cambiar bastantes cosas como por ejemplo, lo que Splatoon consiguió recientemente. A finales de 2001, el Nintendo EAD encabezado por Shigeru Miyamoto, puso sobre la mesa a Pikmin, título de Gamecube que creó una nueva franquicia para los de Kyoto después de mucho tiempo de que no lo hicieran y a la vez, reinventó en buena parte a los RTS de consola. Nos encontramos en pleno 2017 en lo que para muchos es el ocaso del 3DS y Hey! Pikmin aparece con un juego bastante sólido en cada uno de sus elementos, pero que no tiene grandes ambiciones.