Vivimos tiempos en los que resulta difícil separar el lado técnico del artístico en un videojuego; no nos malinterpreten, entendemos que muchas veces (y dependiendo del título) uno u otro tiene un efecto mayor en el producto final, pero cuando se habla de juegos de carreras, especialmente de los simuladores de conducción, el enfoque está claro: se necesita de paciencia y atención a los detalles por parte del equipo de desarrollo para crear una experiencia especial.