En 2012 se sentían nuevos aires en la industria, por un lado era más que inminente que en cualquier momento llegaría la nueva generación de consolas –anunciada por Sony en febrero y Microsoft en mayo de 2013– y por otra parte teníamos un abuso de ciertos estudios con sus franquicias principales las cuales se habían convertido en entregas casi anuales, lo que daba la sensación de un agotamiento en las historias, poca evolución en los desarrollos, etc.