Las cabinas telefónicas fueron un elemento clave durante el siglo XX. En España, 2016 puede ser el año en el que desaparezcan por completo de las calles.
Vivimos en una sociedad intensamente conectada. Nuestros seres más queridos, nuestros compañeros de trabajo y casi cualquier persona de nuestro entorno está a un simple click de distancia. Servicios como WhatsApp, Telegram o Slack, aupados a hombros de la telefonía móvil, han impulsado la sociedad a un nuevo nivel. Un nuevo nivel en el que la comunicación entre personas es más sencilla y la relación entre las mismas es más frecuente que nunca.
Pero durante el siglo XX, la situación era justo antitética. El teléfono móvil era un elemento aspiracional al que muy pocas personas del mundo tenían acceso. La comunicación entre personas —más allá de las conversaciones físicas— quedaba limitada a las llamadas telefónicas, realizadas únicamente desde teléfonos fijos situados en hogares, empresas y lugares públicos.
El número de cabinas telefónicas ha descendido de 52.800 cabinas en 2006 a 18.400 en 2016
Bajo ese paradigma, las cabinas telefónicas comenzaron a emerger como un método de comunicación solvente, versátil y, sobre todo, accesible. Esto llevó al estado español, de la mano de Telefónica, a impulsar su implantación por todo el territorio nacional, superando las 100.000 cabinas a lo largo de la península Ibérica y asentándose como una bandera del progreso socioeconómico de la nación.
Desafortunadamente, estos elementos tan representativos de la evolución de un país, están próximos a su desaparición. La explosión de la telefonía móvil en España, …