El negocio de la publicidad oculta en Instagram ha sido la «ciudad sin ley» perfecta en la que marcas e «influencers» han ganado mucho dinero a costa de los indefensos usuarios. Pero a medida que se ha ido desarrollando el marketing influyente, debido al «boom» de las redes sociales y la expansión de la tecnología móvil, se está poniendo coto a una práctica ilegal a la que aún le queda mucho camino por recorrer.
Reino Unido ha sido el último país en regular esta práctica y señalar, sin miramiento alguno, a los «influencers» que se salten la ley. La Comisión Federal de Comercio de EE.UU. (FTC, por sus siglas en inglés) ya tomó cartas en el asunto hace tres años por una simple razón: los consumidores tienen derecho a saber si el producto de cosmética, el móvil o la ropa que muestra un influyente en sus redes sociales es una auténtica y sincera opinión o, sin embargo, están mostrando dichos productos porque la marca les paga por ello.
Uno de los pilares fundamentales del negocio de los creadores de contenido en redes sociales, especialmente en Instagram, es llevar a cabo colaboraciones con marcas. Se trata de un contrato por el que se diseña una acción publicitaria, ya sea una fotografía publicada en Instagram, un vídeo en Youtube o un Instagram «Stories», en el que el creador de contenido publicita las bondades del producto concreto. El problema es que el usuario no sabe que existe dicho contrato y cree que su …