El funcionamiento esencial de la aplicación oficial para ayudar a evitar la propagación del coronavirus, Radar COVID, es el siguiente: un usuario resulta positivo, recibe un código por parte de las autoridades sanitarias y lo introduce en el servicio.
A continuación, ese dato sirve a la aplicación para enviar al servidor la información que permite poner en marcha la maquinaria que explica la utilidad de la aplicación. Es decir, los avisos que de forma anónima reciben los posibles contactos estrechos que la persona contagiada ha tenido en los últimos 14 días.
Cualquiera con acceso al tráfico podría identificar qué dispositivos comunicaban un positivo
Todo ello con la promesa de que estos procesos se realizan de forma anónima. Algo que no habría sido del todo así durante algún tiempo, según publica El País y se puede desprender de la actualización de la aplicación del 9 de octubre.
Un tráfico revelador
El proceso para informar de un positivo, el que hemos explicado al inicio, es prácticamente idéntico en la mayoría de aplicaciones de rastreo de este tipo. El punto diferencial del caso español frente a otros, explica el rotativo del grupo Prisa, es que el tráfico que se produce cuando se introduce el código que demuestra que el usuario se ha contagiado es absolutamente revelador.
Mientras otras aplicaciones de rastreo europeas simulan tráfico falso desde dispositivos móviles aleatorios con el objetivo de que la presencia de tráfico no sea sinónima necesariamente de un positivo …