Imagínate invertir todos tus ahorros en un proyecto que, de fracasar, te llevaría a la ruina absoluta. Eso fue precisamente lo que se jugó el cineasta Joseph E. Levine. Tras una exitosa carrera marcada por películas como Nevada Smith y El graduado, Levine decidió retirarse temporalmente para reflexionar sobre la industria. A su regreso, apostó todas sus fichas a una adaptación cinematográfica de la novela de Cornelius Ryan, un proyecto de 1977 que, de no haber funcionado, habría puesto fin a su fortuna y a su carrera.

Como lo expresara el guionista William Goldman en su libro, Levine jugaba con fuego al invertir todos sus ahorros en A Bridge Too Far. En sus propias palabras, "si hubiera salido mal, ya no habría sido rico". Con un presupuesto descomunal de 22 millones de dólares, superior incluso al de la primera película de Star Wars, Levine apostó por un proyecto ambicioso que podría haber arruinado su carrera.

La decisión de Levine resulta aún más asombrosa si consideramos que, en ese mismo año, George Lucas revolucionó la ciencia ficción con Star Wars, una película que, con un presupuesto inicial de 11 millones de dólares, marcó un antes y un después en la industria. Sin embargo, Joseph fue más allá, reuniendo a una docena de estrellas y destinando más del doble de presupuesto a A Bridge Too Far.

Este cineasta no solo recuperó su inversión, sino que duplicó su dinero con una recaudación de 50,750,000 millones …