En Xataka México era un día normal. Como cualquier otro viernes de la temporada hacía calor, y pasaban todas esas cosas bonitas de la primavera, desde la inundación de jacarandas moradas, hasta las tormentas ciclones que llegan sin previo aviso.
Pero en la cabeza incesante de El Coordinador, un plan malévolo tomaba forma. Dispuesto a enemistar colaboradores de trabajo y romper para siempre lo que pudo haber sido una bonita amistad, hablaría frente a todo el equipo de redacción de uno de los macro dilemas más trascendentales de la historia moderna de la tecnología: ¿Realmente vale la pena comprar un smartphone de gama alta?
Por el título de esta publicación, usted sabrá cuál es mi postura. En la otra esquina del cuadrilátero, (perdón, en otro post de este H. sitio), encontrará las opiniones rivales (perdón, contrarias).
No son pocas las preocupaciones que me llegan a la cabeza a la hora de contemplar un equipo de gama alta, pero para acotar esta publicación trataré de dejar afuera aquellas poco racionales e ilógicas que retumban en mi cabeza que pertenecen a la categoría de preocupaciones que una tía me diría, al estilo de:
¿Y si se me cae saliendo de aquí? ¿Y si me llega con daños y ya no puedo regresarlo? ¿Y si se me descompone al mes de utilizarlo y no me aceptan la garantía? ¿Y si un día solo deja de reaccionar? ¿Y si me quiero comprar otro a los seis meses? ¿Y si me lo …