Casi todo el mundo piensa que vive en el año 2015. Pero ¿es realmente así? Y al margen de ello, ¿cuál sería el mejor punto de partida para contar los años?
Dicen que la curiosidad es algo propio de los seres humanos, pero lo cierto es que no estamos predispuestos a poner en duda cualquier cosa que nos garantice una estabilidad mental de agradecer y que nos ayuda a espantar la incertidumbre de la vida, sea verdadera, falsa o poco más que una convención social establecida no se sabe cuándo. El hecho de que vivamos en un año o en otro es una de esas convenciones, una pica clavada en la inmensidad del tiempo que nos fija en un ridículo instante de la historia del cosmos y nos libra del vértigo de esa inmensidad. Pero ¿nos encontramos realmente en el año que dicen los calendarios?
La forma de medir el tiempo en Occidente
Es el poder desde donde se decretan las cosas, y en los años del dominio romano, la medida del tiempo en el Occidente conocido era, por lo general, la fecha de la fundación de Roma, en el 753 antes de Cristo, con la coletilla de “ab urbe condita” o “a. u. c.”. El calendario de Rómulo tenía 10 meses, como antes los calendarios lunares particulares, por ejemplo, de Lavinia tenían 13 o el de Alba Longa otra decena. El de Rómulo, también lunar, era de marzo a diciembre, con un tiempo muerto en el que no había trabajos de agricultura …