Pasar miedo es una actividad lúdica que llevamos tiempo cultivando. Hablamos de pasar miedo de forma controlada y artificial, por supuesto. ¿Qué mecanismos son los que actúan en el proceso?
Admitámoslo, a casi todos nos gusta, de vez en cuando, pasar miedo. Esa sensación de tensión, algún susto adicional, el misterio que hay detrás... nos genera una satisfacción atractiva y difícil de explicar, ¿verdad? Aunque parezca mentira, muchos psicólogos llevan detrás de respuestas al respecto desde hace mucho. La existencia de los horrores de ficción, macabros, a veces violentos, no es fácil de valorar. Hay muchos, muchísimos puntos de vista encontrados. Pero lo cierto es que el género de terror (y no solo en cine) sigue en alza, haciendo sonar las cajas registradoras por todo el mundo. ¿Tan sádicos somos? ¿La humanidad al completo tiene un problema emocional severo? Ni mucho menos.
Fisiología, la respuesta para ¿todo?
Al menos lo es para pasar miedo. Porque el miedo es una de las emociones más fundamentales en los animales. La función del miedo no es otra que mantenernos a salvo. Sobrevivir. Y una función tan básica y concreta ha de estar controlada por un mecanismo muy antiguo. En este caso hablamos de la amígdala. La amígdala es una estructura cerebral que se sitúa a ambos lados del cerebro, en los lóbulos temporales. Es parte del sistema límbico, el más básico y visceral que tienen los vertebrados superiores. Y en nuestro caso se encarga de las respuestas emocionales. Su implicación en el aprendizaje y las reacciones …