El voto electrónico es uno de esos animales mitológicos que se suelen usar como ejemplo de un futuro mejor porque «suena bien» pero sobre el que casi todos los expertos te dirán ¡No! ¡Eso es lo único que no debería ser electrónico! Lo explican en un artículo de Futurity: Why online voting would be a «complete disaster»:
Los son chismes muy complicados y no hay forma razonable ni cantidad de recursos suficientes como para garantizar que el software y el hardware están libres de bugs y que no puedan sufrir un «ataque maligno». Los problemas y la complejidad aumenta más rápido que los métodos para evitarlos. La perspectiva de un sistema de voto electrónico basado en que «los ordenadores son perfectos» es realmente una mala idea.
En la práctica los sistemas de voto electrónico están bien para casi cualquier consulta (votos en redes sociales, encuestas e incluso para cuestiones medio serias como contabilizar de votos en organizaciones cerradas) siempre que se sigan unos protocolos de seguridad razonables y se apliquen ciertas garantías, revisiones y auditorías en caso de que se trate de algo realmente necesario e importante.
Hay que recordar, además, que los sistemas de voto para lo que serían unas «elecciones generales» varían una barbaridad de unos países a otros: en algunos es obligatorio votar, en otros no. En otros se vota con papeletas en urnas transparentes, en otros en cajas de cartón. En algunos lugares hay que votar con máquinas especiales (mecánicas o táctiles, que generan un …