Es decir, si yo me aventuro por Santa María la Ribera para cazar pokémon y logro atrapar tres, no importa, porque no sólo hay que atraparlos, sino que el viaje se convierte en una experiencia misma, no abstracta, que incide en la realidad de quien juega. Eso me parece increíble, sin dejar de lado cómo la fotografía, o mejor aún, el lente de la cámara, se vuelve un ojo espía que muestra otra realidad en la cual no estás solo.