En 2009, el género de ciencia ficción atestiguó una revolución técnica y visual. El ya consagrado director James Cameron sacó a la luz Avatar, un proyecto que sigue vigente por su impresionante CGI. Pero ese mismo año, un cineasta novato también revolucionó el género a través de la narrativa.
Después de quedar varada en la Tierra, una civilización extraterrestres fue confinada en un campo de concentración en Johannesburgo, Sudáfrica. Es entonces cuando Wikus Van De Merwe servirá como el encargado de asegurar un reubicación pacífica de estas criaturas rezagadas y marginadas. Sin embargo, las cosas se complican cuando Wikus se infecta con un líquido alienígena. Esto es: Sector 9.
Narrada en formato de falso documental, la película comienza de manera tranquila. Se presentan a los personajes, el papel de la Multi-national United y la reacción de los ciudadanos hacia los extraterrestres. Conforme avanzan los minutos, la trama se intensifica, convirtiéndose en una serie continua de conflictos.
Dos puntos clave del filme son, en primera instancia, el giro de tuerca que se le dio al tema del contacto con criaturas de otro planeta. Aquí, no se desata una batalla por la supervivencia humana o una guerra intergaláctica por el dominio de la Tierra, sino una especie de alegoría al racismo y al rechazo en una reinterpretación distópica del apartheid.
En segundo lugar, no se requirió un elenco multiestelar o repleto de personajes para mostrar la marginación del gueto, la violencia y marginación. La …