La interpretación de emociones en un mensaje de texto ha llevado a miles de problemas de comunicación. Hasta que llegaron los emoticonos. O no. ¿Por qué cuesta tanto comunicarse?
Admítelo, tu también has malinterpretado algún mensaje de texto alguna vez. ¿Quién no se ha pasado horas discutiendo por Whatsapp y luego ha descubierto que la otra persona ni siquiera se había percatado de que estábamos molestos? ¿Cuántas veces no han habido confusiones con esos mensajes de intención dudosa? Sí, hagámonos a la idea, no estamos preparados para detectar las emociones como la ironía, la ofensa o la alegría en un texto puramente plano. Tampoco es que sea algo que nos sorprenda, pues somos primates. Y como primates, dependemos de un lenguaje muy complejo, lleno de gestos, expresiones y tonos. Pero si todavía quedaba alguna duda, los científicos, que nunca paran quietos, llevan ya tiempo tratando de demostrarlo científicamente hablando (valga la redundancia). ¿Qué sabemos al respecto?
Ni tu mejor amigo te entiende
Estudiar las emociones es bastante complejo. Casi todos los estudios que tratan de asociar el texto a los sentimientos que provoca un mensaje suelen estar llenos de sesgos, interpretaciones o datos poco claros. Es lógico pues, probablemente, la comunicación sea el aspecto más crucial en el desarrollo de una especie como la nuestra. A lo largo de la evolución ha ido creciendo en peso y matices. Cuando nos comunicamos usamos palabras, usamos tonos de voz, usamos gestos, usamos un contexto... todo esto se une para "cocer" un mensaje. Sin embargo, cuando …