Las actualizaciones de Windows 10 son, por cómo funcionan en cuanto a proceso, y por los problemas que han causado en el último año, uno de los mayores quebraderos de cabeza de los usuarios del sistema operativo de Microsoft. ¿Quién no conoce a una persona que tenía que apagar su ordenador y en su lugar el sistema ha decidido comenzar a actualizar sin preguntar?
Tras la debacle de la Windows 10 October 2018 Update, la versión 1809, Microsoft decidió llevar a la versión Home un cambio tan demandado como era poder posponer las actualizaciones. Ahora, en esta versión, la más popular de las que ofrecen desde Redmond, los usuarios pueden posponerla hasta un máximo de 35 días. El sistema no se actualizará ahora de forma automática, y será el usuario el que tenga que aceptar la instalación de forma manual.
La actualización ni siquiera se ofrecerá para descargar si Windows 10 detecta que la nueva versión tendrá problemas de compatibilidad con ella. Aun así, en el caso de instalar, si hay problemas, Windows 10 puede ahora desinstalar actualizaciones de forma automática. Sin embargo, Microsoft ha sumado ahora más variables a la ecuación, en forma de obligación de actualizar cuando el soporte acaba.
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