Busquemos una nueva especie.
A pocas horas de decirle adiós al 2016, ya con los rankings del año ya leídos, podemos determinar cuál ha sido la mejor película, el mejor libro o mejor avance de la ciencia, hemos hecho de adivinos y nos hemos asomado a lo que, probablemente, pasará en los siguientes doce meses del año que tenemos por estrenar. En lo que a emprendimiento se refiere, nuestros inversores de cabecera, algunos más pesimistas que otros, han determinado que 2017 será una época de asentamiento, de revisión y para actuar con cabeza. Pero, curiosamente y comparado con otros años, la palabra y el concepto de unicornio no han salido a relucir para el próximo curso.
Quizá es que hayamos entrado en un nueva etapa. O bien no esperamos que ningún gran emprendimiento español entre en la liga de las valoraciones de más de 1.000 de dólares o, por el contrario, ya no nos importa tanto llegar a ese nivel. Seguramente en los próximos años veremos el primero, el segundo y, quizá, el tercero y será genial, pero de momento nos quedamos con el objetivo de la rentabilidad que tanto gusta a los inversores.
Lo cierto es que en la cuna de los unicornios, en Estados Unidos, este tema se ha dejado un poco de lado. Según los datos globales para 2016 de CB Insights, el crecimiento del rebaño de esta especie se ha estancado de forma drástica durante los últimos 365 días, comparado con las buenas nuevas de años anteriores. Si 2014 …