Google domina en software y servicios, pero cuando se trata de cambiar los bytes y los algoritmos por circuitos electrónicos y complejos sistemas de distribución logística, las cosas dejan de ser color de rosa.
A Alphabet le va todo muy bien. Los ingresos crecen, los beneficios aumentan. Y todo gracias a sus tradicionales huevos de oro. No hay novedades en este aspecto, todo sigue el programa habitual.
Google Search, Maps, Gmail, Android y YouTube son imperios donde no se pone el Sol. También tiene apuestas fuertes con alta proyección como Google Photos o sus servicios en la nube. Pero a la hora de salir de software y servicios, y pasarse al plano de lo físico, empiezan las dificultades.
El caso más memorable: Google Glass. Será recordado por los optimistas como una tecnología adelantada a su tiempo. Pero el resto mantienen una posición sobre el escaso valor que ofrecía a sus usuarios. En el caso de Boston Dynamics, parece que se pudo resumir en miedo por parte de los ejecutivos de Alphabet a la opinión pública, que veía los robots bípedos y cuadrúpedos de Google como algo amenazante.
También comentamos como la lucha de egos interna entre sus ejecutivos estaba dañando a divisiones como Nest, encargada de productos para el hogar inteligente de Alphabet. Su sistema de coches inteligentes de momento no parece haber encontrado mayores problemas, aunque tardará años en ir demostrando su potencial. Una flor en el desierto.
Bloqueo modularEl último ejemplo es Project Ara, la ambiciosa idea de Motorola y Google de …