Convertir el DRM en un estándar es mucho más que un problema de piratería.
Desde el año 2013, el consorcio World Wide Web (W3C), la organización que fija los estándares para el funcionamiento de la Web, se encuentra discutiendo (en un grupo de trabajo que incluye a los gigantes de la industria del entretenimiento) un protocolo controversial llamado EME (Encrypted Media Extensions). EME es una especificación que proporciona un canal de comunicación entre los navegadores web y los agentes de software DRM, es decir, un protocolo que permite usar video HTML5 para reproducir contenido que esté bajo DRM, por ejemplo, contenido de servicios de streaming, sin la necesidad de usar plugins como Adobe Flash.
El problema principal con este protocolo es que concede a los navegadores un poder inusitado sobre lo que un usuario puede hacer con su dispositivo y con los videos que éste reproduce, independientemente de que esos usos sean legales o no: lo que importa son los límites que los titulares de los derechos (las empresas de entretenimiento) deseen imponer sobre el contenido.
Ahora bien, un problema incluso mayor, y que ha sido hasta ahora insuficientemente discutido, guarda relación con la seguridad de estos componentes, que poco a poco van siendo introducidos en todos los dispositivos con acceso a Internet. El protocolo EME tiene como finalidad hacer cumplir una serie de leyes (fundamentalmente leyes estadounidenses) denominadas "leyes contra la elusión" ("anti-circumvention laws"), las normas que prohíben manipular o comprometer bloqueos digitales impuestos para restringir el acceso a un contenido por …