Las fotografías de Igor Kostin revelaron una catástrofe que se intentó silenciar. Sus ojos y fotografías siempre estarán vinculadas a Chernobyl.
Muchos ojos han observado la tragedia de Chernobyl. Los de una madre que vio a su esposo fallecer en la cama de un hospital. Los del niño que dejó atrás sus juguetes mientras tomaba píldoras de potasio. O los del submarinista que sacrificó su vida para evitar una réplica de la catástrofe.
Fotografía: Igor Kostin.
Ninguno de esos ojos resultó tan trascendental como los de Igor Kosting. El reportero de la agencia Novosti presenció en primera persona la catástrofe que un grupo de científicos rusos habían causado. Gracias a él, treinta años más tarde, es posible mirar a los ojos al devastador RBMK-1000 que aquella noche de abril estalló por los aires.
No quedaron muchas fotografías de la catástrofe. Las películas fotográficas de sus carretes se vieron afectadas por la terrible radiación que el reactor número cuatro emitía al exterior. Las supervivientes, inevitablemente, también sufrieron los efectos.
La primera fotografía fue tomada a las cuatro de la tarde. Catorce horas después de la explosión del reactor RBMK-1000. El reportero de la agencia Novosti tomó la fotografía desde un helicóptero que sobrevoló la terrorífica escena. Los niveles de radiación a los que el fotógrafo —y sus acompañantes— estuvieron expuestos, marcaría sus vidas para siempre.
Fotografía: Igor Kostin.
A esta fotografía inicial le sucedieron varias decenas más. Cada una representaba una escena diferente, una historia completamente única. Pero todas tenían algo en común: la exposición. Tanto las autoridades …