Los fabricantes de automóviles no logran conectar con la Generación Z, nacidos entre finales de los 90 y principios de los 2000, quienes están redefiniendo el mercado en muchos aspectos.
Esta generación, consciente del impacto ambiental de sus acciones, no ve a los autos como objetos de deseo o símbolos de libertad. En cambio, prefieren alternativas como el transporte público, bicicletas y servicios de movilidad compartida. Además, sus hábitos de consumo están moldeados por el acceso limitado a la compra de un vehículo propio.
Las grandes marcas como Volkswagen, Mercedes y Porsche han recurrido a consultoras como Zeam, liderada por Yaël Meier y Jo Dietrich, para intentar entender a este segmento.
Según Dietrich, las marcas tradicionales están "perdiendo toda una próxima generación de clientes" frente a fabricantes chinos, quienes ofrecen opciones más económicas y se arriesgan con innovaciones en software y diseño. Esto pone en jaque el prestigio de las automotrices alemanas, que solían confiar en su sello de calidad para captar compradores jóvenes.
Porsche Macan Electric.
El problema radica en que las estrategias tradicionales ya no funcionan. Los jóvenes no consumen televisión convencional ni responden a la publicidad tradicional.
Además, la oferta actual de coches eléctricos, que debería ser atractiva para este segmento, sigue siendo demasiado cara. La Generación Z está dispuesta a probar cosas nuevas, pero busca opciones accesibles y prácticas, algo que los fabricantes occidentales aún no han podido ofrecer.
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