Mindhunter, de David Fincher (en Netflix) está resultando ser una de las mejores series de la temporada. Lo más interesante es que es una serie que por su ambientación y guión apenas necesitaría efectos visuales.
Situada a finales de los años 70, cuenta las andanzas de dos agentes del FBI que intentan acercar la ciencia a la agencia y a los policías del país a través del análisis psicológico metódico y documentado de los criminales más temibles: los asesinos en serie, denominación que ni siquiera existía por entonces.
Al igual que las obras de Fincher (Seven, El club de la lucha, Zodiac) cada capítulo de Mindhunter está rodado con detalle: escenarios, paisajes, cartelería, interiores, todo parece minuciosamente original y auténtico. Pero nada más lejos de la realidad: Fincher utiliza efectos visuales digitales a mansalva, pero de tal calidad que son completamente invisibles para el espectador. Es lo que en su día ya denominamos efectos especiales diferenciadores, discretos e invisibles.
En el vídeo de Artemple puede verse cómo innumerables escenas están rodadas con croma (fondo verde), en otras se añade vegetación donde no la hay, se colorea la hierba, se añaden nubes… Incluso en interiores se completan oficinas, prisiones y habitaciones con elementos que no existen pero mejoran el resultado. Más que nada porque no se nota.
La cuestión en estos casos parece ser: ¿qué resulta más barato, encontrar la localización perfecta, esperar a la verde primavera, a un día con bonitas nubes o usar un lugar sencillo retocado luego …