Está claro que no hay nada como estrenar un nuevo iPhone. Me pongo en la piel de todos aquellos que abran la caja del iPhone 16 y comprueben que el procesador A18 Pro no es rápido, es una locura. Sin embargo, no todo el mundo puede gozar de esta oportunidad. Y aunque un argumento en favor de los iPhone es que requieren muy poco mantenimiento —más allá del inevitable y lógico cuidado que hay que tener para no llegar al tope de su almacenamiento—, tampoco están exentos de ralentizaciones a medio plazo.

Lo que hay que mantener es consecuencia de cómo usamos el sistema, no del propio sistema. Y esto implica hacer una serie de comprobaciones periódicas para mantener el iPhone en un estado óptimo en cuanto al rendimiento de iOS se refiere. No son revisiones obligatorias, pero sí que las recomiendo para todos aquellos que necesiten mejores hábitos —y mejor rendimiento—.

Si no usas una aplicación, bórrala

Muchos iPhone acaban siendo cajones desastre de aplicaciones que se descargan, se usan una o dos veces y luego se dejan abandonadas. Y mi regla aquí es sencilla: de vez en cuanto repaso todas las aplicaciones que tengo instaladas en el teléfono y no tengo piedad para borrar aquellas que ya no uso ni veo que voy a utilizar más.

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