A veces para obtener un resultado científico hay que recurrir a métodos poco ortodoxos. Greer Jarrett, un estudiante de doctorado en arqueología de la universidad de Lund, en suecia, lleva tres años surcando los mares en drakkar vikingos auténticos. Y no lo hace para vivir una aventura emulando a sus antepasados, sino para descubrir algo.Y ese algo no es otra cosa que comprender cómo funcionaban las redes comerciales vikingas. Tal y como podemos leer en Popular Science, Jarrett tiene la teoría de que los vikingos operaban un sistema de puertos descentralizados, que funcionaban como una red de refugios costeros. Utilizaban pequeñas islas y penínsulas como puntos de parada, creando una infraestructura portuaria que ha pasado desapercibida durante siglos.La aventura y el peligro al servicio de la arqueologíaLas embarcaciones que Jarrett ha ido usando a lo largo de estos tres años son réplicas construidas con técnicas tradicionales, las mismas que usaban sus ancestros: tablones superpuestos unidos con clavos de hierro forjado, nada de motor, nada de brújulas o GPS. En definitiva, nada que no existiese hace mil años.Durante las expediciones con estos barcos el arqueólogo ha podido experimentar de primera mano el peligro con el que convivían los vikingos: vientos que bajan de los glaciares, fiordos estrechos donde las corrientes cambian sin previo aviso, temperaturas que pueden congelar las manos en minutos... y, sin embargo, cada contratiempo le enseñaba algo sobre cómo lo hacían hace diez siglos.Igual que otros descubrimientos arqueológicos recientes, el trabajo de Jarrett combina experiencia práctica con reconstrucciones …