Si bien hace unos años todavía existía un gran desconocimiento al respecto, lo cierto es que actualmente la mayoría somos conscientes de que compartir una imagen o vídeo de una persona sin su consentimiento a través de Internet, puede acarrearnos serios problemas.
Un asunto en el que entran en juego cuestiones tan importantes como el derecho a la intimidad y a la propia imagen, y un tema tremendamente peliagudo que, por desgracia, puede ir todavía más allá. Porque, ¿qué ocurre cuando el contenido que protagoniza se convierte en un auténtico fenómeno en la red?
Pongamos el caso de que un amigo graba a otro durmiendo en una postura un tanto indecorosa y decide subirlo a internet, imaginemos además que este vídeo se hace viral y que empieza a generarle cientos de visitas (e ingresos) a su canal de YouTube. Fantaseemos también con que el bello durmiente se vuelva tremendamente conocido como consecuencia de un vídeo que no solo no ha autorizado, sino cuya existencia desconocía inicialmente.
Por desgracia y si bien tan solo pretendíamos utilizarlo para ilustrar el asunto que nos atañe, el ejemplo anterior bien podía constituir una auténtica realidad. Efectivamente porque, por desgracia, son demasiadas las personas que se han visto inmersas en este tipo de situaciones y se han convertido, sin comerlo ni beberlo, en la sensación de la red.
Y no solamente nos estamos refiriendo a personalidades y a famosos, sino a ciudadanos de a pie como cualquiera de nosotros. Es por …