El problema no son los bots, somos nosotros. Es la conclusión que se desprende de un pionero estudio sobre la viralización de las noticias falsas llevado a cabo por tres investigadores del Instituto Tecnológico de Massachusetts.
Deb Roy y Sinan Aral, con Soroush Vosoughi a la cabeza, han descubierto que las fake news "se propagaron más rápido y más ampliamente en todos los tipos de noticias, pero el problema era particularmente evidente en cuanto a informaciones políticas". Esencialmente por su relativa novedad y carga emocional.
El trabajo, publicado ayer en la revista Science, analizó un conjunto de datos de 126.000 noticias que fueron compartidas 4,5 millones de veces por 3 millones de personas. La recolección de información se ha extendido a lo largo de doce años, empezando por el nacimiento de la plataforma en 2006.
En cuanto a difusión, los bots dan igual
Comparando la difusión de noticias que habían sido calificadas como verdaderas con la difusión de noticias que habían sido calificadas como falsas, comprobaron que mientras que la verdad rara vez llegaba a más de 1.000 personas, los contenidos falsos más perniciosos llegaban a más de 10.000 usuarios de Twitter.
Pensando que los responsables podrían ser los bots, los investigadores emplearon una tecnología que detectaba estas automatizaciones y eliminaba sus acciones. Sin embargo, los resultados se mantuvieron prácticamente invariables: sin bots, las noticias falsas se difundieron a ritmo similar con los mismos impactos. Es solo cosa nuestra.
La novedad y las emociones que provocan serían las claves de …