Publicado por: El Espectador
Publicado en: 16/09/2016 22:00
En el modelo más clásico quizá, el cruce de caminos entre la tecnología y la política suele ser el nivel de lobby que la industria ejerce, o intenta ejercer al menos, sobre congresistas, entes reguladores e incluso presidentes.No es un asunto de poca monta, pues una buena parte de las iniciativas de empresas como Google y Facebook tienen que pasar los filtros de asuntos como la competencia justa, la neutralidad de la red o la seguridad de la información personal de millones de usuarios.Pero tampoco lo son los otros puntos de roce entre ambos mundos. Uno de los más comunes hoy en día es el uso de herramientas de tecnología (más allá de redes sociales o medios de comunicación digitales) para que un candidato conozca y se enganche con sus electores.El paradigma tal vez sea la pasada campaña presidencial de Barack Obama, en la cual el candidato conformó un equipo digital que, más que comunicaciones, diseñó toda una suite de herramientas de tecnología para saber en tiempo real el resultado de votaciones o conocer cuáles son los grupos de población indecisos o más proclives a votar en ese momento por el Partido Demócrata en Estados Unidos.Estas interacciones representan una comunicación de una vía: de la figura política hacia el electorado, pero excluyen el otro sentido: cómo los votantes pueden influir en las decisiones de los políticos que ayudaron a elegir.El concepto de fondo no es un asunto nuevo, aunque su reinterpretación a través de la tecnología sí presenta un lado …