La paradoja de la vida de la baronesa Bertha von Suttner, gran activista en favor de la paz, fue su larga amistad con un alguien muy alejado de sus ideas.
Las paradojas de nuestra historia siempre son plato de gusto para los aficionados a ella, pequeños tropezones placenteros en medio de una materia de por sí interesante. Conocerlas como conocemos otros pormenores enriquece la visión general de lo que nos ha ocurrido como especie, y no importa que se trate de alguna pequeñez, pues a los hechos capitales los sostienen montones de detalles anteriores sumados. El caso de Bertha von Suttner, del que quiero hablaros aquí, es el de la paradoja de los extraños compañeros de vida, o al menos uno de sobra conocido.
La pacifista que era amiga de su enemigo
En realidad, había nacido como la condesa Kinsky von Wchinitz und Tettau en la Praga de 1843, pero tomó el apellido con el que sería conocida tras casarse, en secreto por oposición familiar, con Arthur Gundaccar, barón von Suttner y su posterior reconciliación con los parientes de este. Que el propio padre de la condesa hubiera sido mariscal de campo durante un periodo de elevado militarismo en el Imperio Austrohúngaro hace comprensible su gran apuesta pacifista, ya no sólo por el fácil conflicto generacional de una escritora nada dispuesta a la sumisión, sino también con qué ejemplo de vida contaría en casa.Von Suttner creció entre el militarismo del Imperio Austrohúngaro y el recuerdo de un padre que había sido mariscal de …