Uno de los factores que complicaba predecir el momento de la reentrada en la atmósfera del laboratorio espacial Tiangong–1 era que la atmósfera se hincha y se deshincha en función de la actividad solar. En general a más actividad solar más energía reciben las moléculas de la atmósfera y más se separan unas de otras, con lo que la atmósfera llega más arriba. Y los efectos de este aumento de volumen se notan incluso a cientos de kilómetros de la Tierra.
La órbita de la Estación Espacial Internacional, por ejemplo, de unos 400 kilómetros de altitud, pierde entre uno y dos kilómetros al mes por culpa del rozamiento con la atmósfera. De hecho para mitigar esta pérdida de altura se usa el modo planeador nocturno (no, no es broma) de la Estación, que consiste en poner los paneles solares paralelos a la Tierra cuando la Estación pasa por la sombra de esta, como si fueran alas, lo que reduce el rozamiento en un 30 por ciento. Pero aún así de vez en cuando hay que subirla bien usando los motores de la propia Estación bien usando los motores de una cápsula de carga Progress que esté acoplada a ella.
Y este gráfico de J. J. Hermes que me he encontrado por ahí creo que lo ejemplifica muy bien: representa en azul lo que ha bajado la órbita del telescopio espacial Hubble cada semana desde que fue lanzado en 1990 frente al número de manchas solares en rojo. Y se …