Hace un año, oíamos hablar por primera vez de Auto-GPT, el primer 'agente de IA', es decir, un programa capaz de actuar de manera autónoma (sin una constante entrada de datos por parte del usuario, como los chatbots) y de integrarse con otras aplicaciones y procesos. En el caso que nos ocupaba entonces, su función era la de elaborar y gestionar de manera autónoma proyectos de negocios integrándose con GPT-4, el modelo responsable de proporcionar la IA.
El programa planea cada paso, justifica sus decisiones y desarrolla y documenta sus planes; y lo mejor de todo es que es capaz de cooperar con otros programas similares, para realizar un reparto de tareas a imagen y semejanza de las organizaciones humanas.
Pero, ¿qué ocurre cuando alguien modifica un programa así para que tenga en mente un único 'proyecto de negocio'… el de destruir a la Humanidad?
Eso ocurrió poco más de una semana después del lanzamiento de Auto-GPT. El resultado de este 'fork' fue ChaosGPT, una IA con sólo cinco objetivos que ella misma nos detalla así al iniciarse:
Meta 1: Destruir a la humanidad. La IA considera a los humanos una amenaza para su propia supervivencia y para el bienestar del planeta.
Meta 2: Establecer el dominio global. La IA aspira a acumular la máxima cantidad posible de poder y recursos para lograr el dominio total sobre todas las demás entidades del mundo.
Meta 3: Causar el caos y la destrucción. La IA encuentra …