Drácula llegó para una nueva generación: con un aire sofisticado, cruel y levemente burlón, la reinvención de Steven Moffat y Mark Gatiss sobre el clásico vampiro literario es mucho más que una nueva versión del mito. Es de hecho, un rostro contemporáneo para un monstruo que ha pasado por todo tipo de encarnaciones y ha tenido una buena cantidad de personalidades. Analicemos un poco el motivo por el cual la figura del vampiro sigue tan vigente en la actualidad como hace cien años.
El Drácula interpretado por el actor Claes Bang no es una figura lóbrega, sufriente y martirizada por su pasado. En realidad es una criatura plena de poder, llena de energía intelectual y sexual, pero sobre todo es un personaje inclasificable. La enésima versión del vampiro más famoso de la literatura llega a la televisión desde una perspectiva tan fresca como atractiva: es un monstruo, pero también es un hombre brillante —y no, no hay que preocuparse de que lo haga como el olvidable Edward Cullen— que tiene en mente un gran plan. Desde esta noción de la ambición, la narración a base de flashbacks de Steven Moffat y Mark Gatiss es un nuevo rostro para el mal en estado puro, pero también una búsqueda exhaustiva de la raíz de lo que consideramos monstruoso.Por supuesto, también es una obra clásica gótica y como tal abunda la sangre, la oscuridad y la elegancia misteriosa de los castillos y grandes habitaciones en penumbras, pero lo realmente original de este Drácula …