Este vídeo rescatado por los archivos de la BBC muestra a Peter Mansfield (1933-2017), el inventor del escáner de resonancia magnética (RMI), haciendo de conejillo de indias en la primera prueba del aparato de RMI en el que habían montado el que entonces (1978) era «el imán más grande del mundo». Al final se puede ver en una pantalla la primera imagen, que era el interior de su cuerpo, en especial el estómago y el riñón.
Lo más llamativo es que Mansfield se mete con total alegría en unos estrechos anillos con poderosos electroimanes que generarían 1.000 gauss (0,1 teslas) diciendo «lo peor que podría pasar es que me diera un ataque al corazón». Pero aquello no se convirtieron en las clásicas «famosas últimas palabras». Tras pulsar el botón de encendido y ver que no moría, dijo: «vale, parece que la cosa va bien». ¡Hacer la ciencia es un trabajo duro, pero alguien tiene que hacerlo!
El invento de la RMI como sabemos se basa en el hecho de que el cuerpo humano es en un buen porcentaje agua (más del 60 por ciento) que interactúa con los campos magnéticos de gran intensidad (ojocuidao: no con los campos magnéticos de pulseritas, colgantes y gilipolleces varias). En aquella época 1.000 gauss eran «un imán de gran potencia», como atestigua la pesada cadena de hierro con la que hacen una «demo». En 1982 se descubrieron los imanes de neodimio que son más comunes hoy en día. Con distintos tipos de imanes permanentes, …