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Publicado por: Hipertextual

Publicado en: 09/02/2016 15:00

Escrito por: Santiago Campillo

La genética de lo extremo


Los extremófilos son organismos adaptados a vivir en sitios cuyas condiciones parecen imposibles. Y no solo son microorganismos. El secreto de esto seres vivos se encuentra en su genética.
El río parece muerto en este tramo. La salida de aguas calientes y ácidas impide que crezca prácticamente nada, aparte de una especie de moco marrón y algunas plantas en las orillas. El nivel de sulfuro de hidrógeno es muy alto, lo que provoca la acidez del agua. Solo bacterias y unas pocas algas sobreviven a semejantes condiciones. O eso podría parecer si no fuese por los pequeños mollies que se agitan en el agua. Sí, a estos pequeños peces les gusta vivir en el agua ácida y agresiva provocada por la terma. ¿Pero cómo puede ser que no mueran en el intento? Los mollies atlánticos no son los únicos animales extremófilos, amantes de ambientes extremos, que existen. Ni mucho menos. Y las adaptaciones necesarias para ello son la clave de su vida.
Vida extrema
En el fondo de una charca hirviente saturada de sulfuros y otras sustancias tóxicas parece el lugar menos indicado para vivir. Tampoco lo es una fosa a cientos atmósferas y sin luz. O un riachuelo con tanta sal que se cristaliza en sus bordes. Sin embargo, los extremófilos han ido evolucionando hasta preferir vivir en estos lugares en vez de otros. La gran mayoría de extremófilos son pequeñas bacterias muy antiguas, llamadas arqueas. También hay procariotas y eucariotas (las más complejas). Pero en definitiva, son organismos relativamente sencillos. Porque …

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