El Galaxy Note 8 es el mejor ejemplo de una identidad diluida. Lo que antes era único en la familia Note ha pasado a ser un estándar en la industria. Y eso es una buena y mala noticia.
En 2011, los flagships montaban pantallas que oscilaban entre las 4 y las 4,5 pulgadas. Se consideraban como teléfonos grandes, y cualquier cifra superior se re… Seguir leyendo...