La demografía española sigue cumpliendo con el patrón esperado para un país con nuestro contexto social y económico: cada vez más envejecida y sin apenas tasa de renovación.
La demografía de un país a largo plazo siempre repite patrones muy similares: estabilidad y ligero descenso poblacional en períodos convulsos de guerra, una postguerra de lenta recuperación, un desarrollismo en el que se produce un baby-boom y un aumento de la esperanza de vida que tiene como consecuencia un enorme crecimiento poblacional, y la estabilidad final, en la que la esperanza de vida modera su crecimiento, la edad media aumenta y la natalidad se estabiliza con tendencia a decrecer. Cuando llegan períodos de crisis, la natalidad disminuye, la edad media de concepción del primer hijo comienza a subir, y sólo la inmigración puede contribuir a aumentar el número de hijos por madre.
El patrón demográfico previsible para un país como España se sigue cumpliendo a la perfección: un país envejecido, que se sigue envejeciendo, con serios problemas de sostenibilidad de pensiones a largo plazo y una cada vez menor tasa de renovaciónSi releen el párrafo anterior pensando en los últimos ochenta años de España, verán que el guión se cumple a la perfección. Tras el caos de la Guerra Civil y la dura postguerra llegó el desarrollismo, el baby-boom de finales de los 70 y principios de los 80, la estabilidad de los 90 y principios de los 2000... Y el escenario actual: España es un país que lleva dos décadas envejeciendo gracias …