Desarrollar un videojuego es un proceso increíblemente complejo que conlleva un montón de situaciones que muchas veces no son controlables por quienes está involucrados en los proyectos. Si a esto le sumas lo precipitados que pueden ser los anuncios de tal o cual juego nuevo, normalmente tienes como resultado retrasos inevitables, algunas veces para bien y otras para mal.