La mentira es el primer vehículo informativo conocido. El control de la verdad, la propaganda y los intentos por influir en la opinión de la población va más allá de las meras redes sociales y del término acuñado de las «fake news» en los últimos años. Una problemática real que ha estado en los planes de contención de los gobiernos desde el escándalo de Cambridge Analytica y Facebook en 2016. Y que, ahora, se entronca entre los planes del Gobierno de Pedro Sánchez.
Entre los acuerdos firmados (PDF) entre el PSOE y Unidas Podemos para sacar adelante la investidura se incluye un apartado, el punto 5.9, en la que se reconoce la creación de una estrategia nacional contra la desinformación. En este aspecto se incorpora la elaboración de guías, mejores prácticas y cursos para combatir la desinformación en internet y redes sociales. Un asunto espinoso, aunque el acuerdo se refuerza la idea de que se hará bajo el «respeto escrupuloso a la libertad de expresión e información». Durante su discurso en el Pleno del Congreso como candidato a la investidura, Sánchez ha citado las denominadas «fake news» como uno de los fenómenos «más dañinos para la confianza».
Expertos en protección de datos, sin embargo, todavía dudan acerca de esta medida. Para Borja Adsuara, experto en derecho digital y exdirector de Red.es, esta propuesta -todavía a falta de concretar y conocer más detalles- le parece «muy peligroso» porque considera que si se tiene un respeto escrupuloso «no se entra a regular …