En plena resurrección de la carrera espacial —o de otra carrera espacial—, en la que los cohetes aterrizan en vertical y se habla con entusiasmo y hasta con cierta candidez sobre llegar a Marte, tal vez lo de lanzar globos estratosféricos llenos de helio (gas más ligero que el aire, no inflamable) no resulte muy apasionante.
Pero los globos estratosféricos tienen mucho que ofrecer a la ciencia y a la educación e incluso al turismo de altos vuelos a un precio que es una fracción de lo que cuesta lanzar un objeto en el espacio. Eso sí, los globos estratosféricos son eso, estratosféricos, y llegan hasta más entre un tercio y la mitad (33 y 46 km de altitud) del camino que hay que recorrer para llegar hasta lo que se considera el espacio (100 km de altitud).
Fotografía: World View Enterprises
Con el primer lanzamiento formal de un globo estratosféricos desde el puerto espacial Tucson, la compañía privada World View Enterprises (que tiene entre sus clientes a la NASA, por ejemplo) da por “abierto comercialmente” su base para el lanzamiento de globos estratosféricos provistos de una vehículo no tripulado —controlado a distancia— capaz de llevar instrumentos de medición, de observación, de comunicaciones y experimentos científicos a bordo.
Un stratollite (un satélite estratosférico) no sólo resulta mucho más económico de lanzar —de acuerdo, aunque no llegue estrictamente hasta el espacio— pero a cambio ofrece otras ventajas más allá de su coste relativamente bajo, irrisorio en comparación con lo que cuesta …