Mi casa parece un museo de auriculares. Hay quien colecciona mecheros, monedas, sellos o zapatos. Yo colecciono auriculares y tengo unos 50-55 modelos. Van pasando los años, van llegando innovaciones que ya consideramos esenciales y yo voy probando: con cancelación de ruido, abiertos, cerrados, dejo el cable por un tiempo para probar un DAC inalámbrico, retomo modelos arcaicos comprados de saldo... pero siempre hay unos que están encima de la mesa. Los auriculares que uso diariamente son de Apple, son baratísimos y son los que siempre echo en la maleta cada vez que tengo cualquier tipo de viaje.
Esto no es una contradicción: soy la misma persona que quiere que los AirPods Max 2 sean un prodigio tecnológico, donde Apple ponga todo su saber hacer y lance un modelo capaz de reproducir música inalámbrica en una calidad muy superior a los estándares del Flac y el ALAC. Es decir, reconozco la calidad de unos AirPods 4 y lo bien que van con Apple Music Classical y el audio espacial. Pero te prometo que si tengo que elegir, a sangre fría, prefiero mis EarPods a cualquier modelo de Airpods. Déjame argumentar por qué.
50 auriculares, solo unos para conquistarlos a todos
A lo largo de estos veinte años he tenido por casa cientos de modelos. Los supraaurales eran mi debilidad. HiFiMan, Audeze... todavía tengo pendiente probar los Focal Bathys. Y sigo usando los Sony WH-1000XM3 que pueden verse en la foto de arriba: …