Desde que el NFC debutara en los smartphones a finales de 2010 con el Nexus S, el mercado no ha dejado de darle soluciones. La más popular, la que más uso recibe y la que desde sus inicios le ha dado sentido a la inclusión en cada terminal nuevo es el pago móvil. En la era del contactless, nada más conveniente que pagar en establecimientos con el terminal que probablemente el usuario tiene en la mano tras ir eliminando items en la lista de la compra. O no, quizá el paso del tiempo ha demostrado que el pago móvil sólo era el principio.
La gran ventaja del NFC es que puede hacer contactless a cualquier dispositivo. Y, en ese sentido, hay objetos que el usuario lleva consigo incluso más que el móvil: accesorios corporales como pulseras, anillos o collares. Así nacieron los wearables para pagar, como la pulsera Visa contactless de CaixaBank, de la cual ya ha distribuido 100.000 unidades y es muy común verlas en las muñecas de la gente, dada su variedad de diseño, un aspecto muy relevante a la hora de considerar llevar algo sobre tu cuerpo y acompañando a la ropa.
La seguridad que ofrecen es la misma que las tarjetas, por lo que los usuarios pueden vivir tranquilos. En caso de pérdida o robo, basta con anular la pulsera como si de una tarjeta se tratase, además el escenario se complica para el fraude si el ladrón quiera pagar más de 20€ en una sola compra. …