España quiere subirse al tren de la Inteligencia Artificial. Un imparable avance tecnológico que se ha acelerado en los últimos y que está llamado a cambiar para siempre la economía global. Pero antes de su eclosión, es necesario abordar las cuestiones éticas sobre la responsabilidad de los algoritmos y la robotización de los procesos industriales. Esta tecnología, que ha empezado a aplicarse en numerosas áreas de la economía global, va a jugar un papel importante en las próximas décadas. Los países quieren establecer antes de que sea demasiado tarde las reglas del juego.
Ante estos desafíos, el Gobierno español tiene previsto aprobar en las próximas semanas la estrategia nacional de Inteligencia Artificial, cuyos principales ejes son la necesidad de alinear las políticas nacionales destinadas a fomentar el desarrollo y el uso de esta tecnología, aumentar la inversión y fortaleciendo la colaboración entre el sector público y privado. De hecho, el borrador de los Presupuestos Generales del Estado para 2021 destinará 330 millones de euros.
El objetivo es crear un «marco ético y de confianza» para el «desarrollo de las tecnologías disruptivas como la Inteligencia Artificial que están aquí para quedarse y van a ser claves para nuestra recuperación económica», según avanzó Carme Artigas, secretaria de Estado de Digitalización e Inteligencia Artificial, durante un evento organizado por OdiseIA, Observatorio del Impacto Social y Ético de la Inteligencia Artificial. «Estamos en una oportunidad histórica para transitar hacia una nueva economía digital», que debe ser «más productiva, moderna e inclusiva».
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