En Enero de 2006, Steve Jobs presentó al mundo el MacBook Pro original - el primer portátil que integraría los nuevos procesadores Intel después de la transición desde PowerPC. Aquel portátil era la suma de muchos deseos incumplidos por IBM: el “rendimiento por vatio” de la arquitectura x86 hizo posible contar con portátiles más potentes y más eficientes, imposible de conseguir para los procesadores G5 de la arquitectura PPC de la anterior generación. Jobs presentó este nuevo modelo con uno de los “One more thing…” más espectaculares que recuerdo, justo cuando todos pensaban que la keynote había acabado.
Era el momento de apostarlo todo, y en lugar de un mero cambio interior como el que había tenido lugar minutos antes con la puesta al día del iMac, este nuevo MacBook Pro - nos costó acostumbrarnos al nombre, sinceramente - heredaba ciertos componentes físicos del legendario PowerBook, pero también llevaba el diseño un poco más allá. Más delgado, con la inclusión de la cámara iSight - algo novedoso en los portátiles de la época - un sensor infrarrojo para utilizar el Apple Remote en el desaparecido Front Row, y algo nuevo llamado MagSafe.
Esta última característica llamó la atención del público y Jobs la explicaba como una medida de seguridad ante los tirones accidentales que se pueden producir cuando el cable de carga está conectado al portátil. El conector se pagaba magnéticamente al propio puerto en la carcasa del portátil sólo con acercar el cable, con lo que …