Iba todavía en la primaria, no tenía computadora y del Internet sólo hablaban algunos niños afortunados. A mi manera me mantenía informado de la industria de los videojuegos con la revista Club Nintendo, que oportunamente compraba en el puesto de periódicos más cercano a mi casa. Allí me enteré de que un nuevo juego que estaba causando furor en Japón. Pero no lo suficientemente importante como para ocupar la página completa de la revista. Era algo llamado Pocket Monsters.